La comunidad Udelar conmemoró los 40 años de la realización de la Semana del Estudiante: un hito histórico para el movimiento estudiantil y social de nuestro país.
Estas actividades fueron resultado de una reorganización colectiva con el objetivo de recuperar la libertad y la democracia en Uruguay y reclamar el fin de la intervención en la Universidad de la República.
Durante esa semana, del 17 al 25 de setiembre de 1983, se realizaron numerosas actividades, que incluyeron charlas, talleres y un festival de música en el Palacio Peñarol. El 25 de setiembre tuvo su punto cúlmine cuando miles de estudiantes participaron de una marcha y posterior acto en el estadio Franzini.
Hace 40 años, nuestro país estaba sumido a una feroz dictadura, con la quita de libertades y constantes violaciones a los derechos humanos. La Universidad de la República fue intervenida, y con la intervención se puso fin a la autonomía y el cogobierno. Fue difícil para el movimiento estudiantil resistir a la opresión. Cualquier intento de reunión y organización era respondido con represión. Quienes integraron la generación del 83 eran conscientes de lo sucedido. Varios de sus familiares y amigos fueron encarcelados, asesinados y desaparecidos. Sin embargo, la batalla por recuperar la democracia había que darla.
Fue así que al principio de la década de los años 80 un grupo de estudiantes comenzó la reorganización del movimiento estudiantil. Durante la dictadura, fueron censuradas y prohibidas las actividades gremiales. Por tal razón, un grupo de estudiantes que cursaban distintas carreras, (principalmente en la Facultad de Derecho) decidió ampararse en una ley que habilitaba la agrupación, y crearon una Asociación Social y Cultural de Estudiantes, que pasó a llamarse ASCEEP.
Uno de los protagonistas de la Semana del Estudiante fue Jorge Rodríguez, que en 1983 estudiaba en la Facultad de Derecho y fue elegido como presidente de la ASCEEP (Asociación Social y Cultural de Estudiantes de la Enseñanza Pública)
Rodríguez conversó con Somos Bienestar, el programa del SCIBU en UNI Radio, acerca del contexto político y social previo a la Semana del Estudiante, así como se llevó a cabo la reorganización estudiantil en tiempos de dictadura.
A continuación compartimos parte de la entrevista:
“Hubo resistencia: primero clandestina y después pública”
Jorge Rodríguez- El golpe de Estado en Uruguay fue en junio de 1973 y en octubre del mismo año, la dictadura intervino la Udelar, dando fin al cogobierno y la autonomía. Comenzó un sistema muy autoritario de persecución de docentes y alumnos vinculados a la actividad gremial. Para que se hagan una idea, yo entré en la Facultad de Derecho en el año 1977. Nosotros teníamos que hacer una cola interminable, que iba todo por la Avenida 18 de Julio porque para entrar a clases tenías que dejar la cédula. O sea, tenían un control total tuyo. Para dar un examen, anotarnos, o hacer un curso teníamos siempre que firmar un papel donde nos comprometíamos a denunciar a cualquier otro estudiante que viéramos que intentara tener actividad gremial. Si no firmábamos eso, no podíamos dar exámenes ni anotarnos para hacer los cursos. ¡A ver! Eso que parecía un error, lo firmábamos pero trabajamos igual para tener gremio. Eso te muestra el clima que había. Hubo resistencia, primero clandestina y después pública.
A partir de la década de los años ochenta, había estructuras clandestinas en casi toda la Udelar. Pero era lo que eran, estructuras clandestinas, valiosas, valientes pero con poca repercusión masiva. Ahí fue que se nos ocurrió con un grupo de compañeros, fundar una asociación civil y solicitar la respectiva personalidad jurídica del Ministerio de Educación y Cultura, que sirviera de pantalla para que los estudiantes nos empezáramos a juntar y llevar adelante actividades con un cierto paraguas legal. Así, el 30 de abril de 1982, en el local del Colegio de Abogados, nos juntamos unos 100 estudiantes y fundamos la ASCEEP. Soy franco. El día que lo fundamos no teníamos muy claro hasta dónde, cuánto podía funcionar y hasta dónde podíamos avanzar con esa estructura. También decir que en paralelo a la fundación de ASCEEP, habían empezado ya en las facultades y en los centros de estudio algunos movimientos interesantes, como la creación de revistas manejadas por estudiantes. En aquellos años era casi revolucionario organizar asados, hacer cooperativas de apuntes, o espacios de encuentros con otros estudiantes. En la Universidad de la Intervención bastaba con que se juntaran cuatro o cinco estudiantes en un corredor para que alguno de los guardias de seguridad, se acercaban y te dijeran: ¡Circulen, circulen!
Las academias de estudio y el crecimiento de la ASCEEP
Cuando fundamos la ASCEEP, enseguida se eligió una comisión directiva. A mí me eligieron de presidente y a Pablo Iturralde, de vicepresidente. Con un grupo de compañeros resolvimos organizar reuniones en todos los centros de estudio. No podíamos estar en los centros de estudio. Por eso elegíamos lugares cercanos que eran parroquias, centros religiosos o sindicatos. Y hablábamos en clave, porque no podíamos usar la palabra gremio ni política. Y cómo no podíamos usar la palabra gremio, decíamos “Asociate a nuestra sociedad civil que busca los intereses de los estudiantes.” La gente entendía claramente de qué se trataba. Además, en una reunión seguramente había gente infiltrada con lo cual tenías que tener cuidado con las palabras. Fuimos sumando estudiantes que se iban organizando y resolvimos tener una organización en cada centro de estudio. La primera gran actividad que tuvimos fue en el verano de 1982 a 1983, que fue la última vez que se impuso la prueba de ingreso a la Udelar. Entonces, para ayudar a los estudiantes que no podían pagarse clases particulares, fundamos una academia gratuita que diera instrumentos para salvar la prueba de ingreso a la Universidad. Se anotaron cientos o miles de jóvenes en las academias gratuitas de la ASCEEP. Les solicitamos a los mejores docentes que estaban en la facultad y a los que habían sido expulsados por la dictadura para dar las clases gratuitas.
Casi todos los jóvenes que participaron de la academia se afiliaron a la ASCEEP. Para nuestra satisfacción el resultado fue exitoso porque casi todos salvaron la prueba de ingreso, y además nos sirvió para juntar gente.
En 1983, pasamos de unos 500 o 600 asociados a tener unos 5000 estudiantes en ASCEEP. Ahí surgió la idea de organizar la Semana del Estudiante, que pretendía recoger una tradición histórica que había en la Udelar durante la semana de la primavera.
No pisen las flores
A la Semana del Estudiante se le pretendía incorporar un fuerte contenido político y que su propuesta fuera conocida públicamente.
Para ello tuvimos que solicitar autorización a la policía. Eso es todo un capítulo aparte, porque nos llevó mucho muchas reuniones. Participé en todas, acompañado por otros dirigentes, al despacho del jefe de policía de Montevideo, que era el coronel Washington Varela. Terminamos negociando cada una de las cuestiones de la Semana del Estudiante. La inauguración la hicimos en el Teatro de Conventuales. En 1984 era el Año Internacional de la Juventud, y dijimos que ésta era una actividad preparatoria del Año Internacional de la Juventud de Naciones Unidas.
El 23, día del fallecimiento de Artigas, negociamos hasta el cansancio con Varela de que nos dejara ponerle flores a Artigas en la Plaza Independencia. Al final transamos que era en la Plaza Independencia, pero sólo con 60 personas presentes Le pedimos a cada centro de estudio que mandaran tres o cuatro estudiantes y un compañero que se llama Alexis John, que estudiata en la licenciatura de Historia, hizo un discurso reivindicativo de Artigas. Unos días después, el 25 de septiembre, fue la marcha del estudiante también muy negociada con la jefatura de Policía. Hay un documental de TV Ciudad que se llama “No pisen las flores”. Se llama No pisen las flores, porque cuando estábamos en la negociación con Washington Varela lo llama Raquetti, que era el intendente de Montevideo y le dice “Si vas a autorizar la marcha deciles que acabamos de poner canteros con flores a lo largo de Bulevar Artigas y pone como condición de no nos pisen las flores”. El 25 de setiembre fue un éxito arrollador. Nos concentramos en la explanada de la Universidad de la República y la marcha iba por 18 de julio hasta el Obelisco, doblaba el Bulevar Artigas, se dirigió hasta el Parque Rodó e ingresó al estadio Franzini.
«La marcha fue una bofetada a la dictadura»
Fue una marcha netamente juvenil. Para que te hagas una idea. Iba caminando al inicio de la marcha. Cuando llegamos a la esquina de la Facultad de Arquitectura (Bulevar y Bulevar), el último tramo de la columna estaba llegando al Obelisco. En el estadio Franzini, el manifiesto Por una enseñanza democrática, fue leído por cinco estudiantes, Te diría que la marcha, el acto y el conjunto de las actividades de la Semana fue una bofetada tremenda para la dictadura. Ellos creían que al haber perseguido, masacrado a la generación de 1968 al 1973, la nueva generación estaría incontaminada.
Pero de golpe vieron a 40 mil jóvenes en la calle gritando contra la dictadura, pidiendo libertad, y el fin de la intervención. Por lo tanto, la valoración de que la generación que se había formado en la dictadura retomaba los valores históricos de democracia y la libertad del Uruguay y le decía no a la dictadura.
En el movimiento estudiantil podíamos tener diferencias estratégicas pero nos unía una causa común que era la lucha por la democracia.
Sin duda, la generación del 83, quedará por siempre vinculada al pluralismo, el intercambio de ideas y la defensa de los derechos humanos.
Aprendimos que sólo teníamos enemigos entre los enemigos de la libertad y de los derechos humanos, pero entre los que defendemos la democracia podemos tener adversarios, pero jamás enemigos. Eso que aprendió nuestra generación a la salida de la dictadura, debe ser el valor central que prime en nuestra democracia del siglo 21.
Compartimos el podcast de la entrevista a Jorge Rodríguez en Somos Bienestar en UNI Radio.